
La Verdadera Historia de Simón Jarero: Desmitificación de un Bandolero de Leyenda
Explora la compleja figura de Simón Jarero, el legendario bandolero de Extremadura. Este análisis desvela su verdadera naturaleza, desmitificando leyendas populares y examinando su controvertido papel en las Guerras Carlistas del siglo XIX.
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Simón Jarero: La Realidad del Bandolero Extremeño y Su Vínculo Carlista
Es habitual en España que se ensalce a figuras del pasado, especialmente a los bandoleros, transformándolos en héroes populares o luchadores contra las injusticias. Sin embargo, la historia a menudo desvela una realidad mucho más cruda y alejada de la romántica imagen popular. Tal es el caso de Simón Jiménez (o Giménez) Alcón, más conocido como Simón «Jarero», un notorio bandolero extremeño del siglo XIX.
La Leyenda vs. La Cruda Realidad del Bandolero
La figura de Simón Jarero, al igual que la de muchos otros malhechores, ha sido encumbrada por leyendas y escritos que lo mostraban como un héroe. Existe, por ejemplo, un poema popular que canta sus hazañas:
“Por dónde pasa Simón el terrateniente tiembla, y el hambriento lo bendice porque alivia su miseria. Simón “Jarero” le llaman a ese bandolero audaz, Extremadura lo admira por su generosidad. El trabuco de Simón nunca se manchó de sangre, el lo uso muy pocas veces y sólo disparó al aire”.
No obstante, la historia real dista mucho de esta idealización. En verdad, los bandoleros como Jarero secuestraban pidiendo rescates, cobraban impuestos a los lugareños a modo de mafiosos
atemorizaban a quienes osaban enfrentarse a ellos o hablar con la autoridad, y exigían alimentos y refugio. De hecho, la prensa de la época lo calificaba como el «terror de todos los pueblos» en la derecha del Tajo.
Los Orígenes del Bandolerismo en España
El bandolerismo fue un mal endémico y un auténtico drama para comerciantes, ganaderos, pastores, carboneros o viajeros, quienes padecieron la inseguridad, desolación y muerte que estas partidas imponían en los caminos.
Muchos bandoleros surgieron tras diversos conflictos bélicos, como la guerra contra los franceses o las Guerras Carlistas. Individuos acostumbrados a la lucha armada a menudo preferían continuar con esa actividad, ahora al margen de la ley
antes que regresar a una penosa vida laboral. Otros se lanzaron al monte por haber cometido delitos graves o para huir de la pobreza y hambruna a la que el sistema de propiedad de la tierra los condenaba. En este sentido, el bandolerismo se perfiló como una «cómoda salida para muchos desharrapados guerrilleros».
Simón Jarero: ¿Héroe Popular o Criminal Carlista?
La procedencia de Simón Jarero es objeto de debate, aunque se le asocia principalmente con Zarza de Granadilla (Cáceres), de donde le viene el apodo «Jarero» por la Sierra de la Jara. Se han escrito numerosos trabajos e incluso libros sobre él, pero la mayoría carecen de rigor científico y se basan en leyendas. A pesar de sus crímenes
—incluidos asaltos, secuestros, robos y asesinatos—, su figura ha sido escenificada y un teatro lleva su nombre, ignorando posiblemente su ideología carlista, absolutista y con rasgos similares a los totalitaristas actuales.
El carlismo, una corriente política tradicionalista y ultraconservadora que luchó contra el liberalismo en el siglo XIX, tuvo un resurgimiento esporádico después de la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Así, durante la Segunda Guerra Carlista (1846-1849), el bandolero Jarero y su cuadrilla entraron en acción, perteneciendo, según las crónicas periodísticas, al bando carlista. Esta afiliación era notable en la tierra de Plasencia y sus alrededores, donde el carlismo contaba con muchos seguidores, incluido el obispo Cipriano Sánchez Varela.
Los periódicos de la época, como El Heraldo, El Español y El Espectador, documentaron los actos delictivos de su banda. Por ejemplo, en 1847, Mateo, compañero de Jarero, cometió un asesinato en Valdeobispo. Además, El Clamor Público de 1847 vinculaba directamente a Jarero con los carlistas. Se desveló un vasto plan de alzamiento montemolinista en varias zonas, en el que Jarero era identificado como el jefe de una «terrible y numerosa partida de latro-facciosos». A pesar de robar a todo el país, todos le encubrían y protegían, mientras él formaba una riqueza que «tocaba ya en la opulencia». En ocasiones, Jarero no dudaba en asesinar a sus propios compañeros para hacer recaer sobre ellos el delito y acogerse a posibles indultos.
Detención, Fuga y el Fin de una Era
En 1849, el comisario de policía de Plasencia, Nicolás Pérez de Tocino, logró detener a Jarero y su banda, encarcelándolos en Cáceres. Sin embargo, la noche del 7 de marzo de 1849, Simón Jarero y once de sus compañeros se fugaron de la cárcel de Cáceres, forzando hasta ocho puertas. Esta fuga generó gran alarma y sobresalto en la provincia, que ya sufría por las facciones montemolinistas y las dificultades agrícolas.
La persecución fue intensa. Las fuerzas de infantería de Cáceres se movilizaron, y la prensa reportaba la búsqueda «sin descanso» de Jarero, mientras algunos de sus compañeros eran capturados o abandonaban el suelo extremeño.
Finalmente, a finales de agosto de 1849, Simón Jiménez «Jarero» murió. Los hechos exactos se ignoran, pero se especula que su cuadrilla se había disuelto y que él «había sucumbido». Las teorías apuntan a que fue asesinado por su compañero «el Resmellado» (también fugado de la cárcel de Cáceres) o por un vecino de Montehermoso que actuó en complicidad con el Resmellado. De hecho, la leyenda popular coincide en que fue asesinado por sus propios compañeros y enterrado en La Atalaya (Montehermoso), cerca del arroyo Casillas, hoy conocido como el «arroyo de Simón Jarero».
La Perspectiva Histórica: Desmitificando a Jarero
La figura de Simón Jarero es un ejemplo claro de cómo la leyenda puede distorsionar la realidad histórica. Los historiadores expertos en la materia ofrecen una visión más matizada:
- Juan Pedro Recio Cuesta, Cronista Oficial de Tornavacas, señala que solo una crónica de 1847 lo relaciona con el bando carlista. En su opinión, Jarero fue uno de esos «casos confusos» que se movían «en la dinámica general del bandolerismo puro y duro», pero que aprovechó las Guerras Carlistas «como pretexto para seguir con sus correrías». Recio Cuesta no lo considera un carlista al uso, sino «un simple bandolero que se aprovechó de las circunstancias históricas para ejecutar sus tropelías sin tener una motivación, política o ideológica, alguna».
- Fernando Flores del Manzano, Cronista Oficial de Cabezuela del Valle, describe al bandolero extremeño como un «criminal sin ambages, un bandido auténtico». Destaca su baja extracción social, carencia de educación, historial delictivo y su ambición ilimitada para escapar de la miseria. Los bandoleros extremeños solían ser «faltos de escrúpulos y sensibilidad, sanguinarios, crueles» y «carentes de generosidad y estímulos políticos». Aquellos que les ayudaban lo hacían generalmente por razones económicas, por temor, o en menor medida, por simpatía.
Reflexión Final: El Legado de un Bandolero
La historia de Simón Jarero es una poderosa demostración de la diferencia entre la leyenda y la realidad documentada. Es crucial, por lo tanto, abordar estas figuras con rigor histórico y desmitificar las narrativas populares que a menudo engrandecen a quienes fueron, en esencia, criminales. La vida de Jarero, tal como la revelan las crónicas de la época y el análisis de los historiadores, nos muestra a un individuo que se aprovechó de la inestabilidad política y social para sus propios fines delictivos, dejando un rastro de terror y desolación en la Extremadura del siglo XIX. Al comprender la verdadera naturaleza de personajes como Jarero, podemos apreciar la importancia de la investigación histórica para construir una visión más precisa y valiosa de nuestro pasado.
Preguntas frecuentes
Simón Jarero fue un bandolero extremeño conocido en la tradición popular como un supuesto defensor de los pobres que robaba a los ricos. Sin embargo, la realidad era diferente: fue un criminal que aprovechó la inestabilidad del periodo para cometer actos delictivos.
Simón Jarero fue comparado con Robin Hood porque algunas leyendas lo presentaban como un bandolero justiciero que se enfrentaba a los poderosos para proteger a los pobres. Sin embargo, las evidencias muestran que se dedicaba principalmente a la extorsión y el secuestro.
Simón Jarero y su banda se dedicaban a secuestrar a personas, exigir rescates, extorsionar a los habitantes y cobrar «impuestos» bajo amenazas. Utilizaban el miedo como su principal herramienta para someter a la población.
La prensa nacional de la época jugó un papel crucial en la desmitificación de Simón Jarero al publicar detalles sobre sus actividades delictivas, como los secuestros y la extorsión, lo que ayudó a destruir la imagen de héroe que la leyenda le había otorgado.
Simón Jarero fue capturado y encarcelado en 1849, aunque logró fugarse. Poco tiempo después, fue finalmente abatido. Su muerte sigue siendo objeto de debate, ya que algunas crónicas sugieren que fue asesinado por sus compañeros, mientras que otras mencionan a un vecino de Montehermoso como responsable.
Simón Jarero tuvo un gran impacto en la región de Extremadura, ya que su banda imponía el miedo y la inseguridad a los habitantes. La presencia de Jarero y sus crímenes forzaron a las autoridades locales, incluyendo a la Guardia Civil, a tomar medidas drásticas para controlar el bandolerismo.
Conclusión
La figura de Simón Jarero está lejos de ser el héroe que muchas leyendas populares querían hacer ver. Sus crímenes, la extorsión y la violencia desmedida que utilizó para someter a la población lo convierten en un bandolero sin escrúpulos, más que en un luchador contra las injusticias. Esta desmitificación no solo nos invita a reconsiderar la imagen de Jarero, sino también a reflexionar sobre cómo la historia puede ser manipulada para crear héroes donde no los hubo.
Basado en la síntesis del artículo de Domingo Quijada González
Domingo Quijada González, en su artículo «La Desmitificación de un Bandolero a través de la Prensa Nacional: el Caso de Simón Jarero«, ofrece un análisis profundo sobre cómo la prensa ayudó a destruir el mito del bandolero Simón Jarero. Quijada González examina la construcción de la figura heroica de
Jarero, popularmente retratado como un «Robin Hood» extremeño que luchaba contra los ricos para ayudar a los pobres. Sin embargo, la realidad reflejada en las crónicas periodísticas muestra que Jarero fue un criminal sin escrúpulos que aprovechó las dificultades socioeconómicas del momento para beneficiarse, cometiendo actos de secuestro, extorsión y violencia.
El autor también resalta cómo, tras la inestabilidad causada por las guerras carlistas, muchas figuras como Jarero se mantuvieron en la ilegalidad en lugar de retornar a una vida de trabajo honesto. La prensa de la época documenta su captura y fuga de la cárcel, así como su persecución final por la Guardia Civil. La desmitificación de Simón Jarero se completa con su trágico final, que según las crónicas pudo ser a manos de sus propios compañeros o de un vecino cansado de sus fechorías.
¿Qué opinas sobre la transformación de la imagen de Simón Jarero? Comparte tus pensamientos sobre cómo la prensa ha jugado un papel en desmantelar mitos populares.
La Verdadera Historia de Simón Jarero: Desmitificación de un Bandolero de Leyenda