
Montehermoso redescubre sus fuentes tradicionales: legado del agua y memoria local
Conoce la historia de las fuentes tradicionales de Montehermoso y su valor patrimonial. Antes del agua corriente, manantiales como la Fuente Corte, Fuente de los Burros, Fuente del Ronco, Pozo Encima o Pozo Mirón abastecían al pueblo. Este artículo explora su importancia histórica, social y cultural, resaltando la necesidad de preservar estas memorias patrimoniales.
Fuentes históricas: pilares del abastecimiento local
Hasta los años 1970 Montehermoso carecía de red de agua corriente, por lo que antes del sistema de tuberías la población dependía de las fuentes públicas y pozos para su suministro diario. Según estudios locales, “hasta que se estableció el sistema de agua por saneamiento y tuberías en los años 1970, los habitantes de Montehermoso extraían el agua para beber de pozos y fuentes de agua potable”. Estos manantiales comunitarios, muchos de origen natural, eran esenciales para la vida del pueblo.
Tal como describe la Wikipedia local, estos ingenios hidráulicos son “diversos aparatos, artificios o ingenios hidráulicos para el abastecimiento y dispensario de agua potable de uso utilitario y comunal”. En ese tiempo, cada barrio contaba con varias fuentes tradicionales en su entorno —antiguos pilones o pozos con caños— que surtían agua limpia. Estos lugares no solo proporcionaban agua potable, sino que también fortalecían la identidad cultural de la comunidad, al ser puntos de encuentro y convivencia. El historiador y cronista Abundio Pulido Rubio documentó estos usos en su obra, reconstruyendo cómo las fuentes formaban parte del patrimonio cotidiano de Montehermoso.
Fuentes emblemáticas de Montehermoso
Entre las fuentes más representativas del municipio destacan varios elementos emblemáticos. A las afueras del casco urbano se halla la Fuente Corte, cuyo pozo deja escapar un pequeño arroyo natural cuando el nivel del agua alcanza la superficie.

Otro ejemplar significativo es la Fuente del Ronco, un pozo de origen romano situado en la Cañada de los Rebollares, que aún conserva estructuras antiguas. En el centro del pueblo existían también pozos que abastecían directamente las viviendas. El Pozo Encima, ubicado junto al parque Felipe VI, fue clausurado en 2008 para trasladar su brocal al centro de la plaza, donde hoy sirve de elemento ornamental. La Fuente de los Burros, por su parte, estaba en la calle Eras y actualmente forma parte de una fuente del parque municipal.
Otro ejemplo es el Pozo Mirón
Otro ejemplo es el Pozo Mirón, que originalmente estaba a las afueras y debe su nombre a los “mirones” que observaban su construcción. Este pozo sobrevivió hasta hoy en el patio del centro de salud municipal. Cada uno de estos abrevaderos cuenta una historia: por ejemplo, el nombre de Pozo Mirón refleja la curiosidad de los vecinos que presenciaron su construcción bajo la atenta mirada de varios montañeses.

Además de estas fuentes de agua potable, en Montehermoso hubo muchos otros pozos y manantiales destinados a usos diversos. Varios de ellos se empleaban principalmente como abastecimiento de las viviendas y para tareas domésticas, pero con agua no potable. La Wikipedia local enumera algunos ejemplos: el Pozo Morón (en la plaza Morón), el Pozo Fernando (entre la plaza de la Constitución y el auditorio) o el Pozo Capricho (de 1945, camino al Ronco).

En el término municipal también se conservan fuentes como la del Bote (en la dehesa boyal) o el Caño de Valdefuentes junto a la ermita homónima. Estos bebederos servían de abrevaderos para el ganado y como recursos de riego o limpieza. En años de sequía, la comunidad colaboraba: los dueños de los huertos de los parrales ofrecían el agua de sus pozos de manera desinteresada para ayudar a los vecinos, un ejemplo de la solidaridad local en tiempos de escasez de agua. De este modo, las fuentes y pozos no solo eran recursos físicos, sino también símbolos de cooperativismo y ayuda mutua entre montehermoseños.
Vida cotidiana y tradiciones en torno al agua
Las fuentes eran parte integral de la vida diaria. Históricamente, las mujeres salían al alba a por agua para cocinar y lavar la ropa, mientras que en las noches muchos vecinos seguían la tradición de llenar cántaros a la luz de la luna. Estos manantiales también aparecían en historias y refranes populares, reflejando la importancia del agua en la cultura local. Asimismo, en la dehesa boyal y los alrededores se celebraban romerías y festividades ligadas a la Virgen de Valdefuentes, patrona del pueblo, en cuyo entorno el Caño de Valdefuentes era punto de referencia.

Con el agua compartida corrían anécdotas: por ejemplo, existe la leyenda de vecinos que subían barriles de vino hasta las fuentes de plaza en días de fiesta para brindar por la salud de todos. En conjunto, estas fuentes tradicionales eran mucho más que infraestructura: eran puntos de encuentro comunitario, donde se entretejen memoria y cotidianidad. Rescatarlas en los recuerdos ayuda a entender cómo funcionaba una sociedad rural y cuán valioso era aquel suministro natural.
Del cántaro al grifo: modernización del suministro
La llegada del agua corriente en Montehermoso en la segunda mitad del siglo XX transformó por completo esta dinámica. A partir de los años 1970 se construyó la red de saneamiento y tuberías públicas, de modo que las familias dejaron de depender de los abrevaderos antiguos. Este avance sanitario mejoró la calidad de vida, pero implicó que muchas fuentes históricas quedaran olvidadas. Algunas se incorporaron al paisaje local de forma decorativa: por ejemplo, el brocal del Pozo Encima fue restaurado y colocado en el centro de la plaza Cassio y Sanz, y la Fuente de los Burros pasó a formar parte del parque municipal Felipe VI.

Otras, sin embargo, quedaron en desuso y hoy solo conservan su estructura original sin uso práctico. En conjunto, este cambio dejó atrás una era tradicional; el acto de ir a buscar agua se convirtió en un relato del pasado, pero quedó grabado en la memoria colectiva como testimonio de la ingeniosidad de generaciones anteriores.
Reflexión final: la memoria patrimonial del agua
Las fuentes tradicionales de Montehermoso son hoy un tesoro patrimonial que conecta el presente con la historia local. Conservan la huella de cómo vivían nuestros antepasados y recuerdan el valor del agua como bien comunitario. Para rescatar estos relatos existe un museo etnográfico en la oficina de turismo municipal, donde se exhiben objetos cotidianos —como cántaros, pellejos y utensilios— relacionados con el antiguo sistema de abastecimiento. Estos testimonios inspiran a las nuevas generaciones a valorar un patrimonio intangible: la memoria colectiva del pueblo.
Preservar las fuentes –tanto sus vestigios físicos como las historias que las rodean– fortalece la identidad cultural de Montehermoso. Cada manantial, cada pozo, guarda parte de nuestra historia local. Mantener vivas estas memorias patrimoniales es esencial para que nunca se pierda el lazo con nuestras raíces. En definitiva, las fuentes tradicionales no son solo reliquias de piedra, sino puntos de partida para comprender y celebrar el rico pasado del agua de Montehermoso.
Fuentes: Fragmentos documentados en la localidad, recopilados por historiadores locales como Abundio Pulido Rubio, y referencias de la Wikipedia de Montehermoso que detallan las fuentes y su uso tradicional. Estos datos permiten reconstruir el papel social y cultural de las fuentes en la memoria colectiva.
Montehermoso redescubre sus fuentes tradicionales: legado del agua y memoria local
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